Rodilla
Anatomía de la Rodilla
La rodilla es la articulación más grande y compleja del cuerpo humano. Su estructura permite movimientos esenciales como flexión, extensión y una ligera rotación, fundamentales para caminar, correr, saltar y muchas otras actividades cotidianas y deportivas. Además, soporta grandes cargas y, al mismo tiempo, ofrece estabilidad y flexibilidad.
Huesos de la Rodilla
La rodilla es una articulación tipo bisagra formada por tres huesos principales:
• Fémur: el hueso del muslo, cuya parte distal forma los cóndilos femorales.
• Tibia: el hueso de la pierna, cuya parte proximal constituye la meseta tibial.
• Rótula: un hueso pequeño en forma triangular que protege la articulación y mejora la eficacia de los músculos extensores del muslo.
La superficie de estos huesos está cubierta por cartílago articular, un tejido liso que reduce la fricción, permite movimientos suaves y actúa como amortiguador.
Ligamentos de la Rodilla
Los ligamentos de la rodilla son fundamentales para garantizar la estabilidad de la articulación y prevenir movimientos excesivos o indeseados. Entre los principales se encuentran:
• Ligamentos cruzados (anterior y posterior): se cruzan dentro de la articulación y son clave para la estabilidad anteroposterior y el control de la rotación. El ligamento cruzado anterior (LCA) evita que la tibia se desplace hacia adelante respecto al fémur, mientras que el ligamento cruzado posterior (LCP) previene su desplazamiento hacia atrás.
• Ligamentos colaterales (medial y lateral): estabilizan la rodilla frente a movimientos laterales. El ligamento colateral medial (LCM) resiste las fuerzas que empujan la rodilla hacia dentro (valgo), mientras que el ligamento colateral lateral (LCL) resiste las fuerzas que empujan la rodilla hacia fuera (varo).
• Ligamento anterolateral (LAL): se encuentra en la parte anterolateral de la rodilla, conectado al fémur y la tibia. Este ligamento desempeña un papel importante en el control de la rotación interna de la tibia, especialmente en lesiones combinadas con el ligamento cruzado anterior.
• Complejo del córner posterolateral: compuesto por varias estructuras como el ligamento poplíteo-fibular, el ligamento colateral lateral y el tendón del poplíteo. Este conjunto es esencial para la estabilidad rotacional externa y la prevención de la hipermovilidad en el córner posterolateral de la rodilla.
• Ligamento patelofemoral: conecta la rótula con el fémur, ayudando a mantener la rótula en su posición durante el movimiento y evitando su luxación.
Meniscos
La rodilla cuenta con dos meniscos, estructuras de fibrocartílago con forma de semiluna situadas entre el fémur y la tibia:
• Menisco medial: en el lado interno de la rodilla.
• Menisco lateral: en el lado externo.
Los meniscos actúan como amortiguadores al distribuir el peso de manera uniforme sobre la articulación, mejorar la estabilidad y proteger el cartílago articular.
Músculos de la Rodilla
Los músculos alrededor de la rodilla permiten su movimiento y aportan estabilidad. Entre los más importantes se encuentran:
• Cuádriceps femoral: en la parte frontal del muslo, responsable de la extensión de la rodilla.
• Isquiotibiales: en la parte posterior del muslo, encargados de la flexión de la rodilla.
• Gastrocnemio: en la pantorrilla, que también participa en la flexión.
Tendones de la Rodilla
Los tendones conectan los músculos a los huesos y son esenciales para la transmisión de fuerza durante el movimiento. Los principales tendones de la rodilla son:
• Tendón rotuliano: conecta la rótula con la tibia y forma parte del mecanismo extensor del cuádriceps.
• Tendón del cuádriceps: une el músculo cuádriceps con la parte superior de la rótula.
Nervios de la Rodilla
Los nervios que inervan la rodilla son responsables del movimiento (nervios motores) y de la sensación (nervios sensitivos). Entre ellos destacan:
• Nervio femoral: proporciona inervación a los músculos extensores.
• Nervio ciático: a través de sus ramas, inerva los músculos flexores y aporta sensibilidad a la parte posterior de la rodilla.
• Nervio safeno: una rama del femoral que da sensibilidad a la parte interna de la rodilla.
Vascularización
El suministro sanguíneo de la rodilla es proporcionado principalmente por la arteria poplítea, una continuación de la arteria femoral que pasa por detrás de la rodilla. Esta arteria se ramifica para irrigar la articulación y los tejidos circundantes. Las venas que drenan la sangre desoxigenada incluyen la vena poplítea, que transporta la sangre de vuelta hacia la vena femoral.
Lesiones más frecuentes
En conjunto, la compleja anatomía de la rodilla permite un equilibrio entre movilidad y estabilidad, haciendo de esta articulación una de las más importantes y susceptibles a lesiones en el cuerpo humano.
La rodilla es una articulación esencial para la movilidad y el soporte del peso corporal, pero su anatomía compleja y su uso constante la hacen susceptible a una amplia variedad de lesiones y enfermedades. A continuación, se describen las patologías más comunes:
• Lesiones meniscales: El menisco puede desgarrarse por movimientos de torsión o desgaste asociado al envejecimiento. Los tratamientos van desde fisioterapia y control del dolor hasta cirugía artroscópica para reparar o resecar el menisco dañado.
• Lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA): Son frecuentes en actividades deportivas que implican cambios bruscos de dirección o saltos. Estas lesiones suelen requerir cirugía reconstructiva, seguida de un programa de rehabilitación para recuperar la funcionalidad de la rodilla.
• Lesiones del ligamento colateral medial (LCM): Resultan de traumas que fuerzan la rodilla hacia adentro. Pueden tratarse con inmovilización y fisioterapia, aunque los casos graves pueden requerir cirugía.
• Lesiones del ligamento cruzado posterior (LCP), complejo posterolateral y ligamento anterolateral: Estas estructuras estabilizadoras de la rodilla suelen lesionarse en traumatismos de alta energía. El tratamiento varía desde fisioterapia hasta reparación quirúrgica según la gravedad y la demanda funcional.
• Tendinitis rotuliana (“rodilla del saltador”): Causa dolor en el tendón rotuliano, asociado a actividades deportivas repetitivas. El manejo incluye fisioterapia, infiltraciónes, y en casos crónicos, pueden requerir procedimientos quirúrgicos.
• Condromalacia rotuliana: Este desgaste del cartílago detrás de la rótula provoca dolor, especialmente al subir escaleras o permanecer sentado. Los tratamientos incluyen fisioterapia, infiltraciones intraarticulares y ocasionalmente cirugía.
• Artrosis de rodilla: El desgaste progresivo del cartílago articular genera dolor, rigidez y pérdida de movilidad. Se maneja con fisioterapia, pérdida de peso, infiltraciones (como ácido hialurónico o PRP) y, en casos avanzados, cirugía de reemplazo articular.
• Bursitis: Inflamación de las bursas alrededor de la rodilla, causada por uso excesivo o trauma directo. El tratamiento suele ser conservador, con reposo, medicamentos antiinflamatorios, y fisioterapia; en casos resistentes puede requerir el tratamiento quirúrgico para extirpar la bursa inflamada.
• Síndrome de la banda iliotibial: Común en corredores, causa dolor en la parte externa de la rodilla debido a la fricción repetitiva de la banda iliotibial. El tratamiento incluye ejercicios específicos, terapia física y optimización de la actividad.
• Fracturas y luxaciones: Por traumatismos severos, puden existir múltiples tipos de fractura afectando a rótula, femur, tíbia o peroné. Habitualmente requieren tratamiento quirúrgico para restaurar la funcionalidad y evitar secuelas.

